1.- Impone no “su verdad” sino que propone la VERDAD auténtica. Es consciente de que él/ella no es la verdad sino que, con su testimonio, palabra y obra, anima a buscarla y encontrarla.
2.- Enseña a elegir caminos libremente a sus alumnos. El profesor, porque sabe que en la VERDAD está la libertad, no utiliza el imperativo para descubrirla.
3.- Es respetuoso con el ritmo de sus educandos y, sobre todo, sabe valorar otras instancias en búsqueda de la VERDAD: la familia, los amigos, el ocio, etc.
4.-Vive lo que propone y, en sus actitudes, se intuye que cree lo que dice. Una VERDAD, bajo el paraguas de una vida vacía, hace más difícil el interés por sumergirse en los caminos que conducen hacia una realidad trascendente.