MONICIÓN DE ENTRADA
Recibid todos nuestra más alegre y cordial a la Eucaristía del Domingo de Pentecostés. Hoy vamos a asistir a un milagro prodigioso. Un grupo de hasta entonces atemorizados pescadores se convierte, por influjo del Espíritu Santo, en un equipo de eficaces misioneros. Pedro lanza una predicación con una fuerza inusitada, e inicia, con ella, la misión permanente de la Iglesia: llevar la Palabra de Dios hasta los confines del mundo. Con Pentecostés terminamos un largo camino que hemos recorrido juntos, y que se inició un ya un poco lejano miércoles de ceniza. Hemos vivido con emoción la Cuaresma, el Triduo Pascual, la Pascua, la Ascensión… Y estamos dispuestos a llevar la enseñanza del Espíritu vivida en esos días santos –la Palabra de Dios—hasta los confines de la tierra. Eso mismo hacen hoy muchos seglares lanzados a la evangelización en sus ambientes. La Iglesia celebra hoy el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. Los laicos, gracias al Espíritu, tiene su importantísimo lugar dentro de la Iglesia misionera…