MONICIÓN DE ENTRADA.
El evangelio nos presenta hoy la incredulidad crédula del apóstol Tomas. Primero no creyó en la resurrección de Cristo. Pero luego al verle creó la más bella jaculatoria que jamás se haya podido pronunciar: ¡Señor mío y Dios mío! Y desde hace dos mil años millones de cristianos ha repetido esta bella y breve oración. Celebramos además el domingo de la Divina Misericordia, conmemoración establecida por el papa Juan Pablo II, quien será además en este domingo del Primero de Mayo beatificado en Roma por su sucesor, Benedicto XVI. Y, a su vez, festejamos a San José Obrero, el patrón de todos los trabajadores. Domingo de transcendente Importancia. Oremos en esta Eucaristía por todos estos fines.