Carta Pastoral de Cuaresma.

El Arzobispo de Santiago, Mons. Barrio, ha escrito una carta pastoral para vivir la Cuaresma de un modo profundo. En sintonía con el Papa Benedicto XVI, anima a revivir el don del Bautismo y su significado en quienes lo han recibido. Recuerda que la Cuaresma es un tiempo de conversión, para ser mejores hijos de Dios, mejores hermanos y amigos, en particular de quienes sufren. Recuerda que la oración, el ayuno y la caridad, conservan el significado de compromiso con estos buenos propósitos.

CARTA PASTORAL PARA LA CUARESMA DE 2011
“Bautizados en Cristo…”

Queridos diocesanos:

El cristiano peregrina a través del “año litúrgico”, dejando que Dios se haga presente en su existencia con la celebración de los santos misterios. El centro del año litúrgico es la celebración del misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor.
Para prepararnos a vivir este acontecimiento central de la vida cristiana, la Iglesia nos invita a recorrer el camino de la Cuaresma que para los cristianos comporta la urgente responsabilidad de revitalizar nuestra condición de bautizados en Cristo. “El Bautismo no es un rito del pasado sino el encuentro con Cristo que conforma toda la existencia del bautizado, le da la vida divina y lo llama a una conversión sincera, iniciada y sostenida por la Gracia, que lo lleve a alcanzar la talla adulta de Cristo”1. El drama en la vida de un cristiano es el vivir como quien ha renunciado a la santidad bautismal, ignorando que la santificación real del hombre es siempre un don gratuito de iniciativa divina.

Escucha de la Palabra de Dios

En la Cuaresma la Iglesia nos llama a escuchar de manera especial la Palabra de Dios que nos guía en el proceso de la conversión, descubriendo la belleza de este camino, la alegría de la humildad, la necesidad de la penitencia y el gozo del perdón mutuo. El peregrinar por este camino supone cooperar con la gracia, romper con el pecado que anida en nuestros corazones, alejarnos de todo aquello que nos aparta de la voluntad de Dios, y por consiguiente, de nuestra felicidad y realización personal, y disponer nuestro corazón para acoger la salvación. “Dios ha creado al hombre para la resurrección y la vida, y esta verdad da la dimensión auténtica y definitiva a la historia de los hombres, a su existencia personal y a su vida social, a la cultura, a la política, a la economía. Privado de la luz de la fe todo el universo acaba encerrado dentro de un sepulcro sin futuro, sin esperanza”2.

La conversión: encuentro con Cristo

La auténtica conversión cristiana lleva al encuentro con Cristo, despojándonos del hombre viejo con todas sus obras de pecado, y revistiéndonos del Hombre Nuevo, Cristo “que se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma” (Ef 5,2). “El hombre tal como ha sido querido por Dios, tal como Él lo ha elegido eternamente, llamado, destinado a la gracia y a la gloria; tal es precisamente cada hombre, el hombre más concreto, el más real; éste es el hombre en toda su plenitud del misterio, del que se ha hecho partícipe en Jesucristo”. La dinámica de la redención y la misión de la Iglesia consisten en lograr el encuentro personal de cada hombre con Cristo y que “tal unión pueda actuarse y renovarse continuamente”3. Es necesario “dirigir la mirada del hombre, orientar la conciencia y la experiencia de toda la humanidad hasta el misterio de Cristo, ayudar a todos los hombres a tener familiaridad con la profundidad de la redención, que se realiza en Cristo Jesús”4.

Oración, ayuno, caridad

En este tiempo litúrgico nos preparamos para celebrar la Pascua del Señor, erradicando lo que nos aleja de Dios, de nosotros mismos y de los demás. Para nuestra regeneración filial y reconciliación con Dios, necesitamos la oración sincera, el ayuno purificador, la apertura a la caridad. Mediante estas prácticas tradicionales, “expresiones del compromiso de conversión, la Cuaresma educa a vivir de modo cada vez más radical el amor de Cristo”5. Ante las posibles tentaciones que nos acechan, la oración nos ayuda siempre a conocer la voluntad de Dios, siendo como el aire espiritual que necesita el creyente para respirar. La práctica del ayuno nos enseña a privarnos de lo que nos es incluso necesario por amor a Dios para ser más libres y también poder ayudar a quienes necesitan nuestra solidaridad. La caridad cristiana nos pide responder a una necesidad inmediata en una determinada situación. “Mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe” (Gal 6,10). “La caridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza”. El amor de Dios nos invita a salir de lo que es limitado y no definitivo, nos da valor para trabajar y seguir en busca del bien de todos, aun cuando lo que consigamos nosotros sea siempre menos de lo que anhelamos. Nuestra conversión no consiste en perfeccionarnos solos y por nuestra cuenta, sino en ser mejores hijos de Dios, mejores hermanos y amigos, en particular de quienes sufren y esperan nuestra ayuda.

“El período cuaresmal es el momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo”6. “Dejémonos reconciliar con Dios. No echemos en saco roto su gracia. En el tiempo de la gracia nos escucha; en el día de la salvación nos ayuda” (Cf 2Cor 5,20). Escuchemos a Dios y dejémosle un espacio en la vida diaria, mientras la mentalidad del mundo actual reduce la sensibilidad religiosa. Dispongámonos a celebrar la Resurrección del Señor.

En el camino hacia la Pascua, os saluda con todo afecto y bendice en el Señor,

+Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela


1 BENEDICTO XVI, Mensaje para la Cuaresma 2011, 1.
2 Ibid., 2.
3 JUAN PABLO II, Encíclica Redemptor hominis, 13.
4 Ibid., 10.
5 BENEDICTO XVI, Mensaje…., 3.
6 Ibid.

Enlaces Parroquiales

Parroquia San Gines de Padriñan. Comunidad Parroquial.

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